Viral aquí, viral allá… pero, ¿cómo le entramos a la propagabilidad?
A partir de la llegada de la Web, a finales del siglo XX, las formas de comunicarnos han ido transformándose radicalmente: en nuestras interacciones en línea se han diversificado las dinámicas, discursos, canales y formatos, de manera que, como nos dice Jenkins (2015), quienes éramos ‘receptores’ nos convertimos en prosumidores (productores-consumidores de mensajes), al tiempo que tales mensajes adquirieron un potencial inesperado de propagabilidad —semejante a la viralidad, pero que va más allá, pues no se limita a lo comercial.